Capítulo 491
La maldición que podía elevar los sentidos a una sensibilidad extrema era extraordinariamente eficaz y les permitía actuar a su antojo. Esta maldición había despertado el interés de Davey.
“Un disparo de esto y… no podrán moverse…”
Si Davey obtenía esta maldición, obtendría una ventaja abrumadora sobre Perserque, que, por alguna razón, buscaba vengarse de él, y Rinne, que siempre fingía inocencia cada vez que Davey se quejaba de ella. Poseer esta maldición sería como tener un arma poderosa.
“Tú, tú… Qué demonios…” La Princesa del Abismo se dispersó en humo y se zafó de las garras de Davey, sólo para reaparecer con el ceño fruncido. Dijo: “Estoy segura de que no puedes moverte, ¿verdad?”.
“No. Oye, te perdonaré si me enseñas eso. ¿Qué te parece?”
“¡¿Davey?! ¡Deja de bromear!”
“No. Este poder procede del Abismo. No puedes imaginar su importancia potencial en el futuro”, afirmó Davey con firmeza mientras se acercaba paso a paso a la Princesa del Abismo.
La Princesa del Abismo, aún con el ceño fruncido, extendió las palmas de las manos hacia Davey y murmuró: “¿La maldición no funcionó? Entonces, ¿qué tal esto?”.
Un poderoso viento negro surgió de sus manos extendidas y golpeó a Davey.
“Sin duda experimentarás un dolor insoportable, incluso si te quedas quieto. ¡Sólo espera!”
Davey sintió que algo entraba en su cuerpo, algo peculiar e incómodo, muy parecido a lo que le había ocurrido antes.
Shwaaaaaaaaa—
Sin embargo, la presencia oscura e insidiosa, enterrada en lo más profundo de su cuerpo —no, dentro de su misma alma— levantó la cabeza y se apoderó de la incómoda fuerza que había entrado en el ser de Davey. Fue como si proclamara: “Este es mi dominio. Márchate”.
La energía oscura de su alma se transformó en un par de manos que aferraron la fuerza inoportuna, retorciéndola hasta que se retorció y gritó en señal de protesta. Sin embargo, debido a sus dispares niveles de poder, la fuerza intrusa se mostró impotente contra él.
Ciertamente, la maldición profundamente arraigada en el alma de Davey, la maldición que se resistía al flujo natural del mundo, no cesó en ese momento.
Fwoooooosh…
“¿Qué…? ¿Qué demonios eres?”, exclamó conmocionada la Princesa del Abismo al darse cuenta de lo extraño de la situación. Su rostro se puso rígido y retrocedió un paso.
“No, ¿por qué intentas huir?”. preguntó Davey, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
La tez de la Princesa del Abismo palideció, como si la persiguiera una bestia, mientras Davey seguía acercándose con su expresión alegre. Parecía que no poseía más habilidades que controlar y enviar maldiciones.
Davey había luchado anteriormente contra alguien como ella. Sin embargo, en el caso de Grell Orphan, el lich de la raza gigante y un Mago Negro de la Maldición del Octavo Círculo, la calidad de sus maldiciones había sido tan baja que la maldición dentro del cuerpo de Davey había sido demasiado letárgica para contraatacar. Esta mujer, sin embargo, era diferente.
Como Davey había comprobado antes, la Princesa del Abismo que le precedía tenía realmente el poder de manipular, controlar y enviar maldiciones. Sin embargo, todas las anteriores Princesas del Abismo que había encontrado tenían el poder de destruir un mundo entero con sus habilidades. Verdandi era un caso un tanto único, pero Sleesia y Urd poseían sin duda el poder de arrasar un mundo. Lo mismo ocurría con el poder de maldición que poseía esta mujer.
Su maldición no tenía límites ni restricciones. En esencia, si miles de personas acudieran a ella, cada una de ellas descendería al infierno en el momento en que desatara su maldición. Entonces, ¿cómo pudo contrarrestarla? Esto se debía a que Davey ya tenía una maldición profundamente incrustada en su cuerpo, una que estaba en un nivel capaz de bloquear y desafiar fácilmente el poder del Abismo. Este era el calibre de la mujer conocida como Lord de la Muerte Rho Aias, una verdadera maga negra.
De hecho, entre los héroes del Salón, Rho Aias era considerada la de mayor poder e influencia, con la excepción de Hércules, que existía en un reino completamente distinto. Todos los demás héroes eran extremadamente cautelosos a su alrededor para evitar ofenderla.
Davey se dio cuenta de que lo que Rho Aias le había hecho a su cuerpo iba más allá de lo que podía imaginar. De hecho, incluso la Princesa del Abismo, que antes había agitado la mano para lanzar su maldición, empezó a dudar de si Davey era realmente un ser humano cuando vio que no le pasaba nada.
“No… ¡No te acerques a mí! ¡¡¡He dicho que no te acerques!!!”, gritó la Princesa del Abismo, como si hubiera vislumbrado la mano negra que se introducía en su cuerpo. Debía de ser la primera vez que le ocurría algo así.
Para ser sincero, también era la primera vez que Davey presenciaba cómo la maldición que rechazaba el flujo natural se movía para contrarrestar otra maldición. Por eso estaba algo desconcertado.
¡¡¡Slash!!!
La maldición lanzada por Rho Aias sobre Davey poseía el poder de protegerle. Si el maná variado y temperamental que residía en el cuerpo de Davey se movía para golpear y proteger su núcleo, entonces la maldición que rechazaba el flujo natural actuaba como una fortaleza de hierro, similar al jefe final que aparecería en las últimas fases de un juego.
“¿Intentas huir? Espera ahí un momento. No pienses que puedes escapar”.
“¡¿Keuk?!” La asustada Princesa del Abismo dio un paso atrás al ver la siniestra y espeluznante sonrisa en el rostro de Davey.
“Vamos a cooperar. Vamos, sólo tienes que enseñarme esa maldición que potencia todos los sentidos”.
“¡Humano loco! ¡Imposible! Cómo… ¿Cómo puede un humano soportar una maldición tan terrible oculta dentro de su cuerpo?”.
“Es porque aún no es mi hora de morir”.
Consciente de que su poder era ineficaz contra Davey, la Princesa del Abismo se desvaneció e intentó evadirlo de alguna manera. Davey no estaba seguro de cómo se materializó frente a él en un estado ilusorio, pero saber que existía era suficiente.
Las maldiciones se atenían a una regla absoluta cuando se aplicaban a cualquier ser: las maldiciones de rango inferior no funcionaban en presencia de maldiciones de rango superior. Al parecer, las reglas del Abismo no eran diferentes. Davey ya había sido afectado por la maldición que rechazaba el flujo natural, por lo que cualquier maldición posterior sería ineficaz.
Davey estaba seguro de que la Princesa del Abismo no llegaría lejos. Gracias a su retirada, Rinne y Perserque, que habían estado sufriendo su maldición, pudieron por fin recuperar el aliento.
“Hoo… hoo…”
“Rinne… evalúa esto… bajo… Haa…”
Ver la cara de vergüenza de Rinne, un marcado contraste con su habitual conducta inexpresiva, hizo que Davey se sintiera travieso. ¿Qué otra cosa podía hacer? Naturalmente, extendió la mano hacia Rinne. Sin embargo, Rinne retrocedió asustada y se resistió a sus avances.
“R-Rinne evalúa a Davey bajo…”
“Qué pena”.
Sin embargo, no importaba mucho. Después de todo, ya había determinado su eficacia. Davey extendió su mano hacia Perserque, que sudaba profusamente y ocultaba su vergüenza tras sus pálidas manos, y desató su poder.
“Esperen aquí. Como emplea maldiciones, no tiene sentido usar números contra ella”, dijo Davey antes de volverse hacia Rinne, que lo observaba en silencio, y le dio una orden: “Regresa. Si hay gente tratando de escapar de aquí, encárgate de ellos”.
“Rinne ha aceptado tus órdenes”, contestó escuetamente Rinne mientras cogía su palanca, que voló rápidamente a sus manos.
Rinne batió las alas que llevaba en la espalda, ayudó a Perserque a ponerse en pie y voló con ella hacia la entrada de la cueva.
Slurp–
“Bueno, entonces…”
“Procedamos y negociemos justa y cortésmente”.
Un destacado pacifista de la Tierra moderna dijo una vez: “No habrá derramamiento de sangre si te rendís mansamente”. Sin embargo, en esta coyuntura, había que preguntarse si el término asociado a “monger*” era realmente paz y no guerra.
Nt*: juego de palabras con peacemonger: pacifista – monger: instigador
“Espérame”, declaró Davey, con una sonrisa oscura y siniestra en el rostro, mientras sacaba a Red Ribbon y Blue Ribbon de su Espacio de Bolsillo y corría hacia delante.
Davey estaba seguro de que algo o alguien obstruiría el camino hacia la Princesa del Abismo. Pero si pretendían actuar como obstáculos, no habría problema si él mismo se ocupaba de ellos.
***
Dash, dash, dash, dash…
“Esto… Esto es imposible… ¡¡¡Esto es imposible!!!”
¡Bang!
Los objetos cercanos saltaban por los aires y se desintegraban en partículas más pequeñas en cuanto ella gritaba. La capacidad de desintegrar cosas sólo con su voz era realmente aterradora, semejante a una catástrofe capaz de arrasar el mundo.
Sin embargo, a pesar de poseer tal poder, se sintió aterrorizada por un solo ser humano. La maldición que observó en su cuerpo no se parecía a nada que hubiera visto en toda su vida.
“Qué demonios… ¿Cómo puede sobrevivir un humano con semejante maldición?”.
Sin embargo, antes de intentar responder a esa pregunta, no pudo evitar preguntarse cómo este humano podía ser recordado por la gente que le rodeaba siendo portador de una maldición tan aterradora. Ella creía saber todo lo que había que saber sobre maldiciones, sin embargo, nunca se había encontrado con una maldición tan oscura y espantosa en su vida.
“Esto es imposible… ¿Cómo puede una maldición ser más oscura y profunda que nuestro Abismo… Es…”
¡Bang, bang, bang!
La ventana se rompió en pedazos al desatarse su ira.
“¡¿Qué pasa, Srta. Versha?!”
Varios hombres se acercaron a ella, confusos por la fuerte conmoción. Sin embargo, antes de que pudieran alcanzarla, algo negro envolvió sus cuerpos, deteniéndolos en seco.
“¡Cállate! ¡Piérdete!”
“¿Qué? ¡¿Uwaaaaaack?!!”
La carne de sus rostros empezó a derretirse, y sus ojos sobresalieron tras perder el soporte de su carne. Poco después, la carne restante de sus cuerpos también empezó a derretirse. Cientos, miles, decenas de miles de enfermedades se unieron, formando una maldición que se desató hacia los hombres que se habían acercado a Versha.
Versha se mordió los pulgares mientras miraba a los hombres que se habían transformado en un charco de líquido repugnante y maloliente.
“No… No… Me será difícil enfrentarme a un monstruo inmune a mis maldiciones yo solo… En ese caso… ¡Sleesia! Sí, utilizaré el poder de Sleesia“. gritó Versha, con los ojos abiertos de par en par por la idea que se le pasó por la cabeza.
Utilizó rápidamente su poder. Mientras tuviera la capacidad de Sleesia para atravesar dimensiones, podría moverse entre su ciudad natal y los mundos que habían sido marcados por Sleesia.
Versha ya estaba aterrorizada del humano tras encontrarse con él en su forma ilusoria. ¿Cuánto más aterrador sería conocerlo en persona? Sobre todo con aquella mano negra, oscura y amenazadora, que se extendía desde el cuerpo del humano cada vez que ella intentaba usar sus poderes con él. Sabía que los dos eran como el agua y el aceite, muy incompatibles.
Este hecho por sí solo llenó a Versha de una sensación de urgencia mientras esperaba a que la grieta dimensional se abriera frente a ella. Sin embargo…
“¿Por qué… ¡¿Por qué no se abre?!” Versha chilló. Si no se abría, ese humano sin duda la encontraría.
Como Princesa del Abismo, hería su orgullo intentar escapar desesperadamente de seres que consideraban insignificantes. Sin embargo, Versha tenía en alta estima su propia vida.
“¡¡¡Sleesia!!! ¡¿Por qué no se abre?!” Versha gritó de frustración cuando la grieta dimensional no se abrió como se esperaba.
Todas estas vías fueron creadas por Sleesia y estaban conectadas a ella. Incluso con su personalidad un tanto excéntrica, respondía a sus llamadas. Sin embargo, no hubo respuesta.
“Nadie te responderá. Es porque está muerta”, declaró una voz inquietante detrás de Versha.
El miedo y el terror se mostraban vívidamente en su rostro mientras su cuerpo temblaba.
Era inconcebible que un humano pudiera provocarles tal terror, ¿verdad? Sin embargo, la maldición negra profundamente incrustada en el alma del humano que tenía delante infundió un miedo y un terror extremos en Versha.
“¿Cómo… ¿Cómo llegaste aquí?”
“La maldición de Rho Aias nunca se soltará una vez que te haya atrapado. No importa adónde vayas, te encontraré y te haré pedazos”, afirmó el chico, no, el hombre.
El rostro de Versha estaba realmente lleno de miedo, miedo a la oscuridad oculta en las profundidades del humano que tenía ante ella.
“¿Quieres vivir?”
Versha permaneció en silencio. Ni siquiera podía usar su poder con él. Después de todo, en el momento en que empleara sus poderes, esa mano aterradora emergería de nuevo.
“¡¡¡Aaaaaaaaaaaaack!!!” Versha chilló, optando por bombardear al hombre que tenía delante con ataques físicos. Aunque sus maldiciones fueran ineficaces, creía que podría hacer retroceder a un simple humano con su fuerza física…
Crack, crack, crack…
Versha se quedó aturdida tras ver cómo su brazo era atrapado por las manos del chico y retorcido hasta parecer deformado.
“Sleesia, Urd, Verdandi. Me he encontrado con varias Princesas del Abismo, pero parece que aún no puedo controlar mi fuerza, ¿eh?”.
Normalmente, sería difícil infligir heridas graves a las criaturas del Abismo, especialmente a monstruos de alto rango como las Princesas del Abismo. Sin embargo, Davey poseía un poder letal para el propio Abismo. El hecho de que Davey, un simple e intrascendente humano, pudiera atravesar sin esfuerzo sus defensas y causar graves heridas llenó a Versha de un miedo y un terror aún mayores.
“Deberías compartir la fuente de tus poderes”.
Las pupilas de Versha se estremecieron al oír sus palabras. Su reacción fue como si hubiera oído al diablo susurrar en sus oídos. El humano que avanzaba lentamente hacia ella ya no era un simple bicho al que pudiera pisotear. Se había convertido en un monstruo capaz de destrozarla.
“¿Quieres vivir? Entonces, debes entregar la fuente de tus poderes”.
Como no estaba usando un cuchillo, no podía considerarse un robo.
“¿Pensaste que se lo daría a un insignificante… ¡¿Keheok?!”
Versha chilló al sentir que su cuerpo era aplastado. Simultáneamente, una espada azul flotó frente a ella, apuntando a su cuello, mientras una corriente negra de energía emergía y rodeaba su cuerpo.
Dijeron que no se consideraría un robo si no había un cuchillo de por medio. Sin embargo, ahora que había sacado la navaja, no había vuelta atrás, ¿verdad?
***
Una escena tranquila pero aterradora. Estas eran las palabras que describirían la escena en la que innumerables mutantes, así como sus controladores, chorreaban sangre y se desplomaban hacia la muerte. Sin embargo, no había compasión por estos individuos que trataban las vidas humanas como insignificantes y cometían actos atroces y malvados.
Rinne reabsorbió el sable láser que había manifestado y se giró para mirar a la silenciosa Perserque, que estaba de pie detrás de ella. Ella dijo: “Señorita Per, Rinne cree que hay algo mal con sus señales biológicas”.
“Estoy bien, Rinne. Sólo estoy un poco avergonzada”. Perserque le hizo un gesto con la mano, todavía con el ceño fruncido.
Perserque sintió que no había maldición más terrible que la que habían experimentado antes, donde todos sus sentidos se amplificaban al extremo. Era una sensación horrenda. La sensación de hormigueo, seguida inmediatamente de entumecimiento tras el más leve roce, era espantosa.
Perserque era consciente de que su existencia estaba profundamente entrelazada con el Abismo, hasta el punto de que se referían a ella como su madre y reina. Sin embargo, en la actualidad sólo poseía algunos restos del poder del Abismo. Ya no estaba en condiciones de recurrir libremente a sus poderes y utilizarlos a su antojo. Esto significaba que ya no podía ignorar la maldición de un ser tan poderoso como la Princesa del Abismo.
“Hoo…”
Notó claramente el brillo en los ojos de Davey cuando observó la maldición que le habían echado antes. Perserque no quería ni contemplar lo que podría ocurrir si Davey, el loco sádico, aprendía la mecánica de esa maldición y podía usarla con otros.
Perserque sacudió rápidamente la cabeza, con un escalofrío recorriéndole la espina dorsal sólo de pensarlo. La maldición de la Princesa del Abismo era distinta de las maldiciones existentes. Aunque a Davey le intrigara, era imposible que pudiera utilizarla. O al menos, eso creía ella.
Swoosh…
“¡¿Hiiiiiiik?!!”
Todos los sentidos del cuerpo de Perserque palpitaron y hormiguearon, sus rodillas se doblaron mientras se desplomaba en el suelo.
“Esta extraña sensación…”
¿Cómo olvidar la sensación punzante y adormecedora que envolvió todo su cuerpo, como si todos sus sentidos se hubieran despertado de repente al mundo? Perserque soportó la extraña sensación y giró la cabeza.
“Sólo te he tocado ligeramente, pero los efectos ya están a este nivel… ¿No es realmente notable?” Davey le tendió la mano con una sonrisa espeluznante que revelaba su profundo interés por experimentar.
“¿Cómo demonios? ¿Cómo lo ha hecho?”
¿Qué había hecho Davey en ese breve lapso de tiempo para adquirir y dominar el mismo poder que la maldición que amplificaba los sentidos, la que había utilizado antes la Princesa del Abismo?
Sin embargo, el problema era otro. Era la primera vez que empleaba la maldición sobre Perserque, y sólo le había agudizado los sentidos hasta el punto de entumecerle el cuerpo. No había llegado al punto en que estuviera lo suficientemente hipersensible como para reaccionar con un grito. Sin embargo, Davey lo había logrado.
Perserque sintió que un sudor frío recorría su pálida nuca.
“Eventualmente sería capaz de hacerlo…”
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